El hombre está a merced de las necesidades, del placer y del dolor. Eso es el hombre, una criatura determinada por esos impulsos, a los que es reducido. Y dentro de esto, su accionar tiende a la maldad.
Es ante ésta que sucumbe, perdiendo así su voluntad, elemento en el que residía su humanidad.
Y con su caída a lo largo de los siglos vemos como también cae el universo.
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