jueves, 24 de noviembre de 2011

Freud sobre Macbeth

Podemos tomar como ejemplo de una persona que se derrumba en alcanzar el éxito, después de luchar por ella con la energía de una sola mente, la figura de Lady Macbeth de Shakespeare. De antemano no hay duda, ninguna señal de ningún conflicto interno en ella, ningún esfuerzo, sino el de superar los escrúpulos de su marido oferta de mente ambiciosa y, sin embargo. Ella está dispuesta a sacrificar incluso su feminidad a su intención asesina, sin reflexionar sobre el papel decisivo que deben desempeñar esta feminidad cuando la pregunta se plantea después de preservar el objetivo de su ambición, que se ha logrado a través de un crimen.En la escena del banquete, ella sola mantiene a la cabeza, ante el estado de su marido de confusión y encuentra un pretexto para justificarlo ante a los invitados. Y luego desaparece de la vista. Ya en la próxima escena del sonambulismo se la ve atormentada, fijada a las impresiones de la noche del asesinato. Una vez más, como entonces, busca el corazón en su marido, pero esté la abandona.
Ella se lava las manos, que están llenos de sangre y olor de la sangre, y es consciente de la inutilidad del intento. Ella, que había parecido tan implacable parece haber sido agobiada por el remordimiento. Cuando ella muere, Macbeth, que mientras tanto se ha convertido en tan inexorable como lo había sido en un principio, sólo se puede encontrar un epitafio escrito para ella.
Y ahora nos preguntamos qué fue lo que rompió este personaje que parecía forjado del metal más duro? ¿Es sólo la desilusión - el aspecto diferentes demostrado por el hecho consumado y hemos de deducir que, incluso en Lady Macbeth una suave y femenina naturaleza originalmente se había trabajado hasta una concentración y un grado de tensión tan intenso que no iba a poder soportar por mucho tiempo, o deberíamos buscar los signos de una motivación más profunda que la llevara a éste colapso más humanamente inteligible para nosotros?

Sigmund Freud

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